Relajar la emoción

Son muchas las personas que piensan que es imposible liberarse de sus emociones negativas y se identifican por completo con la realidad de estar triste, de sentirse desanimado o irritable. Sin embargo, esta situación puede mejorarse e incluso transformarse si aprendemos a relajarnos emocionalmente. Para conseguir relajarse emocionalmente hay que “preparar un escenario adecuado”, generando estados que van a propiciar la relajación porque se nutren de energías superiores. La relajación emocional es algo más que disminuir la fuerza de las emociones negativas, es transmutarlas de modo que las emociones positivas empiecen a manifestarse. En lo que se refiere a estados emocionales deseables y que sería importante generar, podemos señalar tres que consideramos básicos y crean las circunstancias apropiadas para vivir y sentirse emocionalmente en equilibrio: la alegría, la paz interior y el amor.

 

La alegría es un estado positivo que tiene varios niveles: contento, bienestar, deleite, gozo etc. Nos ayuda a superar opresiones, estrés, tensiones y nerviosismo. En un estado “alegre” se libera endorfina, la llamada hormona de la felicidad. Una manifestación es el entusiasmo que constituye un poderoso motor en todo aquello que realizamos. Este tipo de energías emocionales son motivadoras, infunden confianza, vigor, ímpetu y aliento. En otras palabras, nos proporcionan energía. Contrarrestan estados emocionales perjudiciales y evitan que se canalicen síntomas negativos.

 

La paz interior es el estadio más alto de un proceso en el que se van conquistando distintos niveles. Serenidad, sosiego, tranquilidad, calma, son estados base de toda transformación . No se trata solamente de lograr momentos de calma, el objetivo sería crear una forma de ser y de vivir basada en un estado de paz que trasciende lo físico y penetra en niveles psíquicos y hasta espirituales. El desarrollo gradual de la paz interior se desarrolla en varias fases:

 

Tranquilidad: Es ausencia de tensión, de controversia, de oposición. Cultivando la tranquilidad se consigue vivir relajados en periodos cada vez más largos. Se trata de evitar movimientos bruscos e irreflexivos dentro de nuestra psique. La esencia de esta forma de vivir constituye la base de la doctrina A-himsa o “no violencia” que Ghandi llevó a la práctica y transmitió con su vida y su obra. La violencia, brusquedad, instintivismo, falta de reflexión son conductas que conducen al desasosiego. Estas conductas no son solamente exteriores, todas ellas tienen su origen y se procesan en nuestro interior y pueden manifestarse o no exteriormente. Una persona aparentemente muy tranquila y pacífica puede estar alimentando interiormente estados de extrema violencia.

 

Serenidad: Es un escalón más profundo hacia la paz, un estado más estable al que accedemos aprendiendo a vivir sin dejarnos arrastrar por lo externo ni tampoco por lo interno. Consideramos externo las circunstancias de nuestra vida, ya sean fáciles o difíciles, agradables o desagradable, así como las personas que nos rodean, queridas o no tanto, cercanas  o lejanas, conocidas o desconocidas. Si observamos nuestros movimientos internos comprobaremos que cualquiera de los puntos anteriormente citados nos puede llegar a alterar o a consecuencias aún más difíciles de controlar. También el medio ambiente o nuestro propio cuerpo físico pueden ser causas de intranquilidad. Consideramos interno nuestro propio mundo, la habitación psicológica en la que deseamos, amamos, sufrimos, allí donde nacen esperanzas y desilusiones, depresiones y alegrías. El mundo de los recuerdos, el mundo de los juicios, venganzas y críticas.

La unión de ambos aspectos externo e interno es evidente. Si nuestras reacciones dependen de alguno de estos impulsos la serenidad se torna imposible porque seremos arrastrados continuamente de forma mecánica a estados densos y desequilibrados. Nos convertimos en aquello con lo cual nos identificamos. De este modo no podrá existir un centro de gravedad propio y consciente alrededor del cual gire nuestra forma de ser y reaccionar que siempre dependerá de “lo que suceda fuera o dentro”, del qué dirán, del miedo al fracaso, etc. En este ambiente psicológico no es posible generar una relajación emocional duradera. La clave de la serenidad está en encontrar nuestra verdadera identidad, en conquistar la independencia interior.

 

Paz: Es el estado que emana del silencio de la mente. No guarda relación con las circunstancias externas que vivimos. La verdadera paz, como la verdadera libertad ni proceden ni se consiguen fuera de nosotros mismos. A nivel práctico sería importante tomar conciencia de los factores que no permiten un estado de paz, tomar conciencia de la causa del conflicto, de las contradicciones y deseos antagónicos, de la permanente situación de deseo insatisfecho, del miedo como estado emocional que crea un clima psicológico tenso generando energías contrarias a la quietud y a la paz.

 

Generar amor en todas sus variantes, expresiones y grados es básico. Ya sea a través de la simpatía, aceptación, afinidad, respeto, afecto, cariño , todos ellos son sentimientos que inspiran y estimulan. El Amor es la energía que crea y en su esencia es impersonal, envuelve como un aura todo aquello que se hace, se siente, se habla y se transmite y se manifiesta en cada momento de la vida, dondequiera que estemos y cualquiera que sea nuestra actividad. Se trata de un torbellino energético que encuentra variados cauces de manifestación: hacia personas, naturaleza, ideales y también hacia aquello que representa lo mejor y más puro de nosotros mismos.

 

La relajación emocional cambia la forma en que experimentamos el tiempo. La tensión emocional nos encierra en el pasado y en el futuro. Nos preocupamos por lo que ya ha sucedido, nos atormentamos por lo que puede pasar. Por ello pasamos por alto la mayoría de lo que sucede en el presente y sólo lo experimentamos a través de los filtros creados por la experiencia del pasado y las preocupaciones del futuro. Sin emociones negativas somos más conscientes del “aquí y ahora”. y percibimos las posibilidades y oportunidades que el presente nos ofrece.

Otro punto importante a tener en cuenta es la necesidad de aprender a crear las condiciones que nos relajan y evitar aquellas que sabemos que nos tensionan.